7 de septiembre de 2025
Alertan por los altos niveles globales de metano, un gas 80 veces más contaminante que el CO2

Investigadores internacionales realizaron el registro más completo hasta la fecha de las emisiones en 164 países y destacaron que solo el comercio internacional es responsable del 30% del total liberado a la atmósfera. Posibles soluciones para evitar su uso y el calentamiento global
Las principales fuentes de emisiones son bien conocidas, pero su impacto sigue creciendo. La agricultura ocupa un lugar central: el ganado doméstico —vacas, ovejas, cerdos— produce metano como parte de su digestión, mientras que el manejo del estiércol en lagunas o tanques genera emisiones adicionales.
Cuando ambos procesos se combinan, este sector se convierte en la mayor fuente de metano en países como Estados Unidos y una de las más relevantes en todo el mundo. A ello se suma la expansión de los cultivos intensivos y la demanda creciente de carne roja, un hábito de consumo que los expertos señalan como prioritario de reducir.En paralelo, los rellenos sanitarios generan metano cuando los residuos orgánicos se descomponen sin oxígeno, situando al sector de los desechos como la tercera fuente de CH4 en ese país.
El metano también tiene orígenes naturales. Los humedales, que albergan bacterias capaces de descomponer material orgánico en condiciones anaeróbicas, son la mayor fuente natural.La pregunta clave es cómo reducir un gas que se libera desde múltiples puntos, visibles e invisibles. La NASA y otras instituciones avanzan en el desarrollo de herramientas capaces de rastrear las emisiones con precisión.
El espectrómetro AVIRIS-NG, montado en aeronaves, detecta la luz absorbida por el metano en la superficie terrestre, permitiendo identificar fugas en gasoductos o emisiones provenientes de vertederos. Más recientemente, el instrumento EMIT, instalado en la Estación Espacial Internacional en 2022, sorprendió al detectar “superemisores” de metano, es decir, puntos de liberación masiva que antes pasaban inadvertidos.El Ártico merece una mención especial. El deshielo del permafrost libera metano atrapado durante miles de años, una situación que genera temores sobre la posibilidad de una “bomba de metano” que acelere aún más el calentamiento.
“La región más sensible al aumento de las emisiones de metano debido al cambio climático es el Ártico”, señaló Ed Dlugokencky, del Centro de Investigación del Sistema Terrestre de la NOAA. Aunque hasta ahora no se observa un incremento sostenido en la tasa de emisiones de la tundra, el riesgo persiste, en particular por el descongelamiento de capas profundas de turba y la liberación de gas en lagos árticos.Como subrayó Yuli Shan, de la Universidad de Birmingham: “El metano tiene una vida atmosférica corta, lo que significa que las reducciones actuales pueden tener un impacto inmediato. A medida que nos acercamos a la COP30, nuestros hallazgos subrayan la necesidad de una acción global coordinada, especialmente en las regiones en desarrollo, donde las emisiones aumentan con mayor rapidez”.
El Global Methane Pledge buscó precisamente encauzar este tipo de esfuerzos, aunque la realidad muestra un panorama contradictorio. Mientras más de 150 países —que representan la mitad de las emisiones globales de metano— firmaron el compromiso, los últimos cinco años registraron un aumento más acelerado que nunca. La brecha entre promesas y resultados evidencia la necesidad de transformar acuerdos internacionales en acciones verificables, con tecnologías que permitan identificar fugas, regular sectores y modificar patrones de consumo.
En definitiva, el metano se convirtió en un termómetro del compromiso climático mundial. Su reducción ofrece beneficios inmediatos y tangibles, desde un aire más limpio hasta la disminución de muertes prematuras por contaminación, que hoy rondan el millón anual.